viernes, 8 de abril de 2011

Star Trek Legacy



Fuente: Meristation - http://www.meristation.com/v3/des_analisis.php?pic=PC&id=cw45b8cdc4901c6&idj=cw43d76f4681629&idp=&tipo=art&c=1&pos=0

El simple hecho de nombrar las palabras Star Trek es sinónimo de que necesariamente lo que se escriba a continuación, tanto si es bueno como malo, no va a gustar a todo el mundo. Solamente el eco que produce escribir el vocablo Enterprise, cuando la primera “E” es mayúscula, ya suscita y remueve sentimientos profundos arraigados en los corazones de más de una generación de espectadores televisivos y hoy también jugadores. Es por ello que las letras que se deslizan bajo el teclado de este redactor que suscribe lo hacen con mucho pesar, tras haber sufrido este “Legacy” durante demasiadas horas.

Y es que la excusa de ser un fan de la saga no debería bastar para perdonar las muchas deficiencias y carencias jugables que presenta la obra de Bethesda Softworks y Mad Doc; hasta el punto de que en ocasiones hemos estado a punto de caer rendidos ante la frustración causada con un producto de un potencial enorme, con un aspecto visual espléndido, una banda sonora y un doblaje (al inglés, en nuestra versión) meritorios y un argumento que consigue englobar de forma bastante decente desde el NX-01 de Archer hasta la nave de la capitana Janeway.

Sin embargo, pese a la espectacular puesta en escena, Star Trek: Legacy sucumbe estrepitosamente ante lo tedioso de su desarrollo, la total falta de inspiración en algunas misiones y, por encima de todo, en lo aparatoso que resultan los combates estelares que son, por lo menos durante la primera mitad del título, el verdadero corazón del juego. Y eso es lamentable. Si a eso le unimos una campaña muy corta que puede terminarse en dos tardes largas y un multiplayer muy limitado, el valor real de Legacy es a todas luces escaso e insuficiente.

La historia es probablemente uno de sus puntos fuertes, tratando de ser bastante consistente con lo que hemos visto en la televisión y en el cine. Ya que fueron los vulcanianos los primeros que nos prestaron atención (cuando inventamos el motor de curvatura), se ha concedido el protagonismo del juego a una científica de orejas puntiagudas que lleva por el camino de la amargura a todos los capitanes del Enterprise, sin excepción. Todo ello ligado con los más temibles enemigos de la Federación, los Borg, que también tratarán de hacernos la vida imposible.

A lo largo de las misiones iremos pasando de controlar al Capitán Archer para posteriormente viajar junto a Kirk, J.L. Picard, Sisko y Janeway, de Deep Space 9 y Voyager (tal vez los menos conocidos por los que no son muy fans de la serie). Aunque algunas suenan un poco desfasadas, los actores originales han prestado su voz al proyecto, lo cual es de agradecer; las primeras escenas del juego, además, son de aquellas que ponen la piel de gallina para cualquier trekie que se precie, con la visión de las estaciones espaciales y la voz narradora que nos sitúa en acción.

Básicamente estamos ante un juego de acción con toques muy ligeros de simulación. Si bien los combates estaban presentes en muchos de los capítulos de las series, el factor negociador de los primeros capitanes y su particular enfoque de los problemas y conflictos con la ayuda de unas tripulaciones carismáticas eran lo que verdaderamente bajo nuestro punto de vista constituían la punta de lanza del logotipo Star Trek. Eliminando buena parte de esa interacción, Legacy se hunde en la mediocridad en una industria en la que tener un nombre conocido no siempre es sinónimo de éxito rotundo.

Gráficos y sonido

Posiblemente uno de los puntos en donde los programadores pueden estar más orgullosos, lo cierto es que todo el despliegue visual del juego es impresionante. No solamente en el diseño de las naves principales, las más conocidas, sino precisamente en el detalle del modelado de las más pequeñas es donde se nota el cuidado expreso que se ha puesto en este aspecto. Desde la nostalgia del NX-01 hasta las más modernas naves Klingon, romulanas o borg pasando por todo el elenco de naves de la Federación, si se ha visto en las películas o en las series está reflejado en el juego.

Mirando un Enterprise desde cualquier punto de vista, y debido al control de la cámara es algo que haremos incluso cuando no queramos, podemos deleitarnos del cuidadoso diseño medido al polígono, los efectos de las luces parpadeando o los motores en marcha, la salida y el retorno de las velocidades “warp”, las nebulosas, los resplandores de los planetas, el disparo de los phasers o de los torpedos… todo ello reflejado de forma bastante correcta, aunque las dos últimas cosas algo mejorables.

Donde habría campo libre para optimizar es tanto en las explosiones de las naves, que literalmente se “deconstruyen” en lugar de explotar como se merecen (y mención aparte merece el cubo Borg), así como en el motor de colisiones. Básicamente no chocamos contra las cosas, sino que salimos despedidos en otra dirección sin efecto ninguno; da igual que sea una nebulosa como un planeta de clase M, el caso es que el ordenador asigna otro curso automáticamente como si nada hubiera pasado, lo cual nos salva de alguna que otra muerte accidental pero no es muy creíble.

Tampoco está correctamente realizado el control de daños de las naves; mientras que durante las batallas vamos sufriendo impactos de energía o de torpedos, los sistemas se van deteriorando progresivamente. Ya sean los escudos, las armas o el casco, al acabar la batalla pueden ponerse a reparar para optimizar nuestro rendimiento. Sin embargo, en ocasiones físicamente se le hace un boquete a nuestra nave durante el curso de un combate a pesar de estar casi a tope de integridad estructural, boquete meramente estético que en nada influye a la jugabilidad y que así permanece incluso después de haber terminado las oportunas reparaciones.

El juego es tremendamente exigente a nivel gráfico, y ya de por sí en teoría pide como mínimo un Pentium IV a 2,4 Ghz y 128 mb de tarjeta gráfica para ejecutarse. A pesar de que en uno de los equipos de pruebas íbamos bastante justitos de especificaciones, el juego se auto-configuró con el detalle al máximo y el anti-aliasing a tope, teniendo que manualmente encontrar una configuración menos exigente para que la bajada de frames en los combates multitudinarios no afectase al juego.

La banda sonora es sencillamente espectacular, con buenas dosis de efectos que hacen lo posible por aumentar en algo la inmersión dentro del juego. Como apuntamos antes, a pesar de la avanzada edad de algunos protagonistas, todos los capitanes originales han aportado su voz a Legacy y aquellos que hemos vivido Star Trek en versión original lo agradecemos. La narración es también estupenda y está al nivel general del acabado técnico del juego, que sin lugar a dudas destaca muy por encima de lo que sería su nota media.

Jugabilidad

Aunque como escribíamos antes gran parte del universo Star Trek no se centraba en ir disparando a todo lo que uno se encuentra por delante, hay mucho de eso en Legacy. Muchas de las misiones incluyen limpiar un sector determinado, escanear un determinado lugar para luego eliminar a los enemigos que aparecen, supervisar un transporte de suministros mientras abatimos naves hostiles o simplemente cumplir un objetivo determinado para luego matar a todo bicho viviente para obtener más puntos con los que adjudicarnos más o mejores naves.

Pero no es precisamente en la falta de variedad en donde residen gran parte de nuestras quejas y las de los usuarios de medio mundo, sino en la pobre implementación de un control sencillo y efectivo que ayude al jugador en lugar de perjudicarlo. Los diseñadores de Legacy no tuvieron en cuenta la facilidad de uso de los controles, pero es que ni tan siquiera se molestaron en hacerlos mínimamente eficientes una vez en el juego. Los combates, en demasiadas veces, son sencillamente engorrosos.

En un episodio de “la nueva generación”, el Capitán Picard sacaba ventaja de una nave enemiga comandada por un capitán que provenía de siglos atrás gracias a su “pensamiento en tres dimensiones”, contrapuesto al clásico pensamiento en dos dimensiones. En un plano espacial, Picard diseña una estrategia victoriosa en la que acecha al enemigo directamente desde arriba y desde abajo. Pues ese capítulo debieron perdérselo en Mad Doc y en Bethesda, porque girar la nave de izquierda a derecha es relativamente sencillo pero encararla si queremos atacar (o nos atacan) desde otro eje que no sea el X o el Y es casi imposible.

Ya que los torpedos solamente pueden lanzarse desde la parte de atrás o la de delante, la mayor parte de los combates se convierten en una sucesión de giros en redondo mientras intentamos poner el cursor sobre la nave enemiga para disparar los fásers y eventualmente colocarnos con la suficiente antelación para administrar un par de torpedos de fotón. Todo eso con cámara libre en el ratón, que intuitivamente lo movemos para girar la nave y perdemos la perspectiva del combate. Y ya está, no hay más.

Por si fuera poco, el ratón no ayuda precisamente a ejecutar nuestras órdenes ya que su movimiento es muy impreciso (hasta cuando está al máximo de definición), no queriéndose posicionar donde queremos ni incluso en el mapa táctico. A todo ello le tenemos que añadir que para ser más efectivos debemos controlar hasta 4 naves en nuestra flota (pueden ir en automático, pero bueno) y tendremos algunas experiencias realmente negativas que nos harán plantearnos si continuar la campaña o dejarlo ahí.

Por si fuera poco, durante las misiones no puede salvarse la partida, con lo que nuestra escolta de 45 minutos se echa abajo debido a que por culpa del mouse no hemos podido abatir aquella nave o asteroide que amenazaba al transporte y tenemos que volver a empezar desde el principio la misión, algo que no pasaba ni en el X-Wing desde las primeras modificaciones de los usuarios. Y ese no nos parece que sea el mejor método para alargar la vida de un juego. Afortunadamente, la campaña es corta y se termina de forma rápida.

Manejar el Enterprise, negociar con los aliados o enviar equipos de supervisión a planetas lejanos es solo el resultado de la demostración de nuestra valía como capitán. A medida que vamos progresando se nos van otorgando una cantidad de puntos en función de los objetivos cumplidos y de los enemigos aniquilados; puntos que pueden gastarse antes de afrontar la siguiente misión y que pueden emplearse en la compra de nuevas naves y mejorar nuestra flota. Conviene no obstante evitar perder cualquiera de las naves, porque una vez gastados los puntos son bastante difíciles de recuperar.

Esta flota, seleccionable a través del teclado numérico, nos sirve de gran ayuda en la mayoría de misiones incluso si nos equivocamos al elegir el tipo de nave que nos acompañará; la mejor táctica bajo nuestro punto de vista, consiste en centrarnos en la nave principal durante todo el combate y hacer que el resto concentren su fuego en el mismo objetivo que nosotros; se necesitan algunos segundos para ajustar los comandos y las reparaciones, así que el hecho de practicar el cambio de naves y asignar órdenes es imprescindible durante las primeras misiones.

Una vez acabada la campaña principal, siempre podemos dedicarnos al multiplayer. A través de GameSpy se deberían poder localizar las partidas y unirnos a ellas, pero lamentablemente (ignoramos si por razones de horario o porque realmente falta quorum) no hemos encontrado a nadie para poder poner a prueba nuestras – escasas – habilidades a través de internet. Aunque para ser honestos es comprensible que, habiendo como hay tantos y tan mejores juegos que este para jugar online, la gente se dedique a otra cosa.

Se puede jugar una partida rápida contra un amigo o el ordenador, intentando poder revivir las grandes batallas que hemos visto por la tele controlando cada una de las 4 grandes facciones posibles. El mapeado es extenso, así que la gran multitud de puntos de referencia que existen son muy útiles. Al final es fácil convertirse en un hacha de la navegación interestelar, atravesando entre esas traicioneras nebulosas y acechando tras el asteroide mientras ponemos en marcha nuestros sensores de largo alcance.

Conclusiones

Lamentablemente, esto no basta para empujar a Star Trek: Legacy más allá de un juego mediocre, incluso inferior a su versión para Xbox 360. Su notable apartado técnico no compensa la frustración derivada de lo pésimo de los controles, su diseño de misiones bastante repetitivo o su incapacidad para hacer de los combates estelares algo sencillamente divertido. Sumado a una faceta multijugador bastante justita, Legacy es probablemente una de las mayores decepciones a nivel jugable que un fan de Star Trek pueda encontrar. “Disengage” recomendado.

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